Me retiro de lo cotidiano para rozar mi espiritu
5.04.2018 | Abraham Vega
Breve crónica del Retiro de Vida ZhìNéng QìGōng 2018
Hace una semana, exactamente el viernes pasado en la noche, me encontraba en un camión rumbo a la laguna de Sontecomapan, cerca de Catemaco, Veracruz; el camión -de no ser por el conductor- iba habitado sólo por practicantes de ZhìNéng QìGōng. Nos retiramos de nuestra cotidianidad en un esfuerzo por aislarnos y así regalarnos tiempo. Todos nos conocemos desde antes porque en el Campo somos uno, y, luego de cuatro días de estar juntos, estoy segura que aunque pasaran muchos años sin volvernos a encontrar, con volver a vernos en silencio nos podríamos reconocer; así de sólida y clara es la experiencia.
Cambia el clima: Veracruz exige abrir los pulmones y los poros, y el rancho Los amigos nos regala tantos tonos de verde, tantos olores a tierra distintos, tantos potentes gritos de pájaros y tantos sabores tan deliciosos, que el espíritu despierta de cualquier letargo que le acongoje. Después de desayunar el sábado en la mañana fue la primera práctica: organización del campo y PQGDF. Después nos presentamos diciendo cuáles son nuestros objetivos que nos llevan a retirarnos: no es como cualquier interacción primera dentro de un grupo, porque el objetivo que nombremos puede ser preciso o abstracto, íntimo o evidente, dentro de la práctica del ZNQG hay muy poco espacio para el discurso personal, el Qi sigue a la mente de cada practicante y el Campo cuida que sea del mejor modo posible ese movimiento, así que no dan nervios presentarse, decir algo real que muestre quiénes somos.
A partir de ese momento el ritmo de las prácticas es constante: cuatro bloques al día. Cada quién elige a cuántos asistir, si practicar el primer, segundo y/o tercer nivel. A medio día también tuvimos una intervención diaria en voz de Toño, un experto permacultor, quien además de explicarnos teoría de cómo los cultivos tienen una lógica precisa de cooperación, de cómo es que el proceso humano de comprender la agricultura es tan complejo como apasionante, además de ello, nos guió por recorridos por el rancho en los que con su sabia mirada y mente nos contaba la historia de cada cultivo que preguntábamos, el nombre de cada flor y árbol, sus tiempos de crecimiento, sus caprichos. Esa es la estructura básica de cada día. En la historia de los retiros que Andrea y Abraham han coordinado, las edades de los asistentes han variado desde los tres meses hasta los casi cien años, lo cual habla de cómo el ZNQG convoca más que al cuerpo, al Qi, más que a la forma que tomamos con los años, a la fuerza con la que estamos presentes. Yo no pude asistir a todos los bloques de práctica porque precisaba cuidar a mi cachorro de tres meses, quien practica mucho mejor que yo, pero que no soporta el calor tan bien y precisa dormir más.
Abraham, durante este retiro, precisó/actualizó información que los maestros De Ming Qiu “Karl” y Zhang Qing “Helen” le proporcionan durante su estancia anual en China hace un mes. El ZNQG es una práctica viva, con el beneficio de que el Maestro Pang sigue refinando conceptos -o, mejor dicho, refina la manera en la que nos los comunica, para que nos sea posible comprenderlos más- y por ello es bellísimo sentir y saber que contamos con un puente de comunicación tan sólido. Una de las precisiones que Abraham nos compartió fue que no es lo mismo hacer ZuChangFa que recitar las ocho frases; digamos que las ocho frases son una poesía que contiene la esencia de la organización del Campo, es indispensable reunir Qi, mezclar Qi y poner la intención de la práctica en el Campo. Hay que hacer ZuChangFa cientos, miles de veces al día para realmente practicar sólidamente, para cuidar nuestra condición, hagamos lo que hagamos.
Otras actualizaciones relevantes son comprender dónde están los centros en los que reunimos Qi, cómo es que el Qi puede perderse y cómo es que practicar FaQi es indispensable para mejorar nuestro Gong, para pulir nuestra práctica. Todos estos son conceptos complejos que, en lo personal, sólo voy comprendiendo durante los días, durante la ejecución de los métodos, entre los silencios de la vida cotidiana.
Quiero destacar otra reflexión que nos recordó Abraham, como centro de una buena práctica de ZNQG: en cada acción de la vida hay que actuar con una alta moral, acorde al espíritu de cada persona. Ya se lo había oído decir en muchas ocasiones, pero sólo durante estos días y tal vez gracias a la convivencia con mis compañeros de retiro, pude sentir a qué se refiere… La alta moral no se refiere a los estándares sociales comprendidos como aceptables o normales, a ser socialmente exitoso y respetado, porque en realidad la comprensión interpersonal es frágil y de ella no podríamos depender, la alta moral se mide en cómo cada acción que uno realiza empata con lo que conscientemente el espíritu es. Reconocerse a sí mismo es una labor durísima porque tenemos que ser socialmente funcionales y los lazos y exigencias que de eso deriva suele limitarnos, entonces debemos reconocer que cada vida humana es un experimento que podemos hacer con la mayor calidad de la que seamos capaces, sinceridad, entrega y sensibilidad, sinceridad. Deslindarnos de compromisos sociales que se desprenden de los falsos roles que llevamos a cabo, de emociones huecas -por compromiso- y de exigencias que se nos imponen es un trabajo diario, pero estoy segura que durante la práctica del ZNQG se nos van cayendo las máscaras y piel y vamos descubriendo quiénes somos en realidad y, si queremos, podemos hacer de cada acción algo precioso porque puede ser una acción consciente y verdadera desde nuestro ser, ese que no inicia ni acaba donde existe nuestro cuerpo físico y biográfico (es decir, que no está limitado por nuestro día de nacimiento ni de muerte).
El Qi humano es más refinado que otros, pero no es el más puro, hay que re-cordar eso que Abraham nos volvió a decir en este retiro, para entonces no aferrarnos tanto a las leyes sociales, siempre contextuales, temporales y culturales, sino ir más allá, más finos, más sinceros. En ello radica la alta moral. Todo esto es una reflexión propia que se potencializó durante el retiro, un intento mío por comprender un estándar alto que establece el ZNQG.
Es en ese sentido que yo sentí las miradas de las y los asistentes al retiro: sinceras, cada minuto más reales. Hay quien habla casi a gritos, y quien casi no habla, quien ayuda en todo visiblemente y quien lo hace sólo con detalles importantes, quien opina y quien acompaña, quien pregunta y quien responde aunque nadie pregunte… cada día de práctica estamos más vivos. Esto tiene que ver con la manera en la que cada uno de nosotros nos presentamos en el primer día, respecto a nuestros objetivos, porque me doy cuenta, aún sin haberme memorizado el objetivo de cada uno, que lo que dijimos es central en nuestra vida, es un acto de revelación importante.
También practicamos frente al mar, viajamos a ver los manglares, algunos remaron cerca de donde nos encontramos, nos metimos al río, subimos al mirador, mostramos silencio y -aunque ya lo mencioné al inicio de este texto- también comimos delicioso tres veces al día: qué impresionante manera de cocinar rico tienen todos quienes habitan la cocina, dirigidos por doña Lucí.
Con esta breve crónica no abarco lo que sucedió en el primer retiro de Vida ZhìNéng QìGōng del 2018, sólo me acerco un poco a los hechos y a la manera en cómo mi entendimiento me da para experimentar esos días. Abraham Vega nos dijo que este retiro en particular tenía como objetivo descansar, descansar haciendo y al final no vi que ninguno de nosotros estuviera agotado, ni siquiera por el tan largo viaje de regreso que teníamos por delante.
La teoría y práctica del ZNQG no tiene inicio ni final, no dejará de perfeccionarse y si somos practicantes, no dejaremos de esforzarnos por acercarnos a su esencia. Nos podemos equivocar, podemos necesitar descansar, podemos no ser perfectos, pero si somos constantes en la práctica, cada día seremos un poco más finos, más delicados, precisos, eficaces.
Gracias por estos días en los que nos retiramos de lo cotidiano para volver a ello con nuestro Qi un poquito más consiente de su posibilidad de ser puro, de brillar.